El amor como arma de resistencia, Silvia Agüero Fernández
- kali-yag
- 28 ene 2020
- 4 Min. de lectura
Aquí, en el blog de la web de Kali Yag, vamos a ir publicando artículos y otros textos relacionados con la cultura romaní y la lucha contra el antigitanismo con el permiso de sus autores y autoras; hoy, os traemos este artículo de la luchadora gitana y amiga Silvia Agüero Fernández, que leemos primero en Pretendemos gitanizar el mundo: https://pretendemosgitanizarelmundo.com/2017/09/12/el-amor-como-arma-de-resistencia/

Juana, Rosalía, Lucía y cuantas gitanas ha habido antes que nosotras: Te na bistras tumare anava! ¡Vuestros nombres serán nuestra memoria!
Aquel miércoles, 29 de Julio, Juana, la viuda de Baltasar de Vargas, echaba el rato a la fresca. Sentada en su silla de enea delante de la puerta de su casa. Conversando con las otras gitanas del barrio gitano de Orihuela ‒sí, ese mismo barrio donde siglos después nacería un cabrero poeta que sembró los vientos del pueblo de libertad y que se llamó Miguel Hernández.
Trenzaban pitas de esparto mientras charlaban. Juana de Vargas de vez en cuando levantaba la mirada para ver dónde paraba Lucía que jugaba con las otras niñas, primas y vecinas, que conocía de toda la vida. Juana de Vargas, abuela de Lucía, se conservaba estupendamente. Tenía la avanzada edad de 64 años, para ser gitana y mujer, en 1749, había vivido muchos años y todavía le quedaban fuerzas para jugar con su nieta, trabajar, cuidar de sus hijas y mucho más.
Echó un trago al búcaro para refrescarse y pensó que Rosalía, su hija, a esas hora debía de estar amamantando a Francisco de Paula para dormirle. Rosalía vivía en Alicante con su marido Nicolás, acababan de tener un bebé y Lucía había querido quedarse con ella. Aunque cerca de la casa de sus padres había mar, no era costumbre ni aconsejable entonces bañarse en esas aguas procelosas. A Lucía le encantaba estar con su abuela, quien la enseñaba muchas cosas y además pasaban el día en el Rio Segura, el río de Orihuela, con sus tías y primas. Lucía jugaba alegremente ignorando por completo lo que su destino, escrito y dictaminado por hombres payos poderosos, le deparaba.
Todo se fraguó en secreto. El Marqués de la Ensenada, Zenón de Somodevilla ‒¡Qué hasta el nombre lo tenía feo, el desgraciao!‒, instigado, ayudado, correspondido, apoyado en todo momento por Don Gaspar Vázquez de Tablada, Obispo de Oviedo por la gracia de Dios y de la Santa Sede Apostólica ‒por muchas vidas que vivan los joíos curas del carajo no gastarán jamás tiempo suficiente para pedir perdón por todo el daño que le han causado a la humana especie. He dicho‒ y presidente del máximo órgano legislativo, el Consejo de Castilla, ambos como digo, habían urdido la trama, organizado todo y siempre en connivencia absoluta con el Rey Fernando VI de España, llamado «el Prudente» o «el Justo» ¡Qué gracia tuvo quien le puso el apodo! ¡Quiera el universo y todas las fuerzas de las mujeres que me han precedido que estos tres malditos no hallen descanso jamás y vaguen eternamente condenados!
Por cierto, que este Rey Fernando VI era el noveno abuelo del Felipe que ahora reina pero no gobierna y cobra un sueldazo por ello: Felipe, hermoso, tú que vas de moderno e incluso has desposado a una divorciada plebeya ¿a qué coño esperas pa’ pedir perdón por todo lo que tus malos muertos le hicieron a los míos?
Don Zenón, como decía, había dado la orden y lo tenía todo preparado para que esa noche todas las gitanas y todos los gitanos de España ¡entre 9000 y 12000! fueran capturadas y capturados. Aquella redada, la Gran Redada, tenía el objetivo declarado de “exterminar a tan perniciosa raza”.
Y mientras se extinguía esa “raza” perniciosa, les sacarían el saín, todo el provecho que pudieran: los hombres servirían de mano de obra esclava para reconstruir la armada española en los arsenales de marina y las mujeres servirían en “labores propias de mujeres” en hospicios y casas de misericordia. Sí, sí, separados para extinguirlos, separadas las mujeres gitanas de sus hombres para que no hubieran más gitanillas ni gitanillos en el Reino.
Entre chistes y veras, preguntando por la faena, hablando de las hijas y los hijos, pasaba plácida la anochecida. No tenían ni idea de que a las afueras de su pueblo, de su Orihuelica del Señor, esperaba un destacamento especialmente dispuesto, venido de Valencia, para capturarlas a ellas y capturarlos a todos, los gitanos y las gitanas. Nadie conocía el propósito de la tropa allí destacada. Ni las autoridades locales. El joío Marqués no confiaba en que los alguaciles o los alcaldes fueran a mantener el secreto de su operación. Creía que avisarían a sus vecinos gitanos para facilitar su huida. Es posible que eso hubiera ocurrido. Los muchos años de convivencia o vivencia en cercanía habrían, seguro, propiciado amistades y amores y relaciones comerciales y de todo tipo y es posible que aquellos gachós de los pueblos que no estaban tan maleados como los de la Corte hubieran ayudado a sus vecinos gitanos. Es posible digo. No lo sé:
Yo no recuerdo tan siquiera el leve apretón de otra mano fatigada. Solo el látigo Dejó dicho el poeta José Heredia
Toda España sería testigo del intento de genocidio. La Gran Redada se llevó a cabo en todo el Reino. A la vez. A las doce de la noche, tal y como lo había previsto el dichoso Marqués, los comandantes de los destacamentos abrieron el sobre lacrado que contenía las órdenes.
¿Quieres seguir leyendo? Puedes acceder al artículo completo en el blog que hemos mencionado más arriba, Pretendemos gitanizar el mundo: https://pretendemosgitanizarelmundo.com/2017/09/12/el-amor-como-arma-de-resistencia/
Nota: este artículo ha tomado como base documental el artículo La Real Casa de Misericordia de Zaragoza. Cárcel de gitanas del profesor Gómez Urdáñez y los libros Nunca más, homenaje a las víctimas del proyecto de exterminio de la minoría gitana iniciado con la redada de 1749 y Los gitanos y las gitanas de España a mediados del siglo XVIII. El fracaso de un proyecto de “exterminio” (1748-1765) del Dr. Martínez Martínez
Nota II: Este articulo fue publicado originalmente en Pikara Magazine, revista feminista, el pasado 28 de julio http://www.pikaramagazine.com/2017/07/el-amor-como-arma-de-resistencia/
Comments